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En memoria de John Lisman (1944 – 2017)

Juan Bacigalupo, Facultad de Ciencias Universidad de Chile

Hace dos años falleció un científico excepción: John Lisman, Profesor de Brandeis University. Excepcional por su inteligencia, creatividad y sus enormes aportes a la Neurociencia. Fue un explorador de las bases fundamentales de funciones superiores del cerebro y otros aspectos de la Neurociencia. Su ilimitada curiosidad lo impulsó a interesarse y explorar temas tan variados como la transducción de la luz en células fotorreceptoras, la dinámica e importancia funcional de las oscilaciones eléctricas que coordinan redes neuronales en y entre diversas regiones del cerebro involucradas en algunas de sus funciones superiores, las bases de las alteraciones cerebrales asociadas a la esquizofrenia, entre muchas otras. Poseía la capacidad de abordar con gran profundidad cualquier tema que despertase su interés y de integrar los descubrimientos e ideas dispersos en las múltiples publicaciones en la literatura. Pero fue la búsqueda de las bases moleculares de la memoria su principal motivación en la ciencia.

Dedicó a este problema gran parte de su vida, constituyéndose como uno de los principales líderes del campo con sus propias investigaciones y revolucionarias ideas. El concibió la idea clave que una enzima que funcionaría como un switch molecular, capaz ser activada en un cierto momento y mantener su actividad indefinidamente. Su activación dependería de un evento sináptico único que la desencadenara, el cual ocurriría localmente en una de las decenas de miles de espinas dendríticas que poseen determinadas neuronas hipocampales involucradas en la memoria y el aprendizaje.  En dos trabajos teóricos fundamentales (Lisman, PNAS 1985, Lisman y Goldring, PNAS 1988) que revolucionaron el campo, propuso un modelo de cómo podría funcionar una enzima con tales características, y que cómo esta podría salvar el problema de la constante renovación que sufren las proteínas, de modo que pudiese mantener su integridad permanentemente. Esta enzima, conocida como calmodulina quinasa II (CAMKII), había sido descubierta un par de años antes en las espinas dendríticas (Kennedy et al, PNAS 1983), pero su función era desconocida. Lisman tiene muchísimas publicaciones en este tema, la última de las cuales, aparecida en Neuron mientras pasaba sus últimos días hospitalizado en Nueva York, reporta la demostración del rol clave de dicha enzima en la memoria, tal como él mismo había propuesto. Ante la desactivación de la CAMKII induciendo la expresión de un péptido inhibitorio en ratones que habían aprendido una determinada tarea, estos olvidaban lo aprendido. Los experimentos incluidos en esa publicación fueron realizados exclusivamente por estudiantes de pregrado. Esta demostración experimental del rol de la CAMKIIL era para él la culminación de sus numerosas investigaciones.

Contrariamente a la actitud común a muchísimos científicos, que por justificadas razones evitan exponer sus trabajos antes de ser publicados, Lisman acostumbraba a discutir y confrontar abiertamente sus pensamientos y resultados con quien creyera que pudiese criticarlos inteligentemente, desde estudiantes a premios Nóbeles, personal o telefónicamente. Pasaba gran parte del día discutiendo y pensando, y por las noches leía ávidamente la literatura. Aparte de la ciencia, él tenía muchos otros intereses, tales como su gusto por la música y escribir poesías y cuentos; también era un excelente fotógrafo.

Una sus características más notables fue su generosidad. Cuando terminé mi tesis (fui su segundo estudiante de doctorado) me regaló todo el equipamiento de electrofisiología que utilicé y que yo mismo había construido, lo que me permitió armar mi laboratorio en el espacio totalmente vacío donde me instalé en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile; eran tiempos muy difíciles, política y económicamente y el trabajo científico se hacía muy complicado. Mi colaboración con Lisman se prolongó por varios años más. En cada uno de mis frecuentes viajes a Woods Hole o Brandeis, me preguntaba qué equipo necesitaba y me lo compraba de inmediato. Su estímulo y su apoyo en todos los planos se prolongó hasta su fallecimiento. Fuimos varios los chilenos que nos formamos en su laboratorio, entre ellos tres doctorados (Alfredo Kirkwood, Patricio Huerta y yo) y una posdoc (Magdalena Sanhueza).

Los invito a ver la entrevista que le hicieron en el MBL de Woods Hole (MA, USA), en que relata cómo ese connotado centro de investigación influyó en el desarrollo de su carrera científica (https://www.youtube.com/watch?v=m1cqhdr0S-U); la impresionante conferencia sobre la CAMKII que dictó desde su cama en la UCI días antes de fallecer, y que fue transmitida por internet a la audiencia que participaba en un homenaje que se le rindió en Brandeis, a la cual no pudo asistir (http://www.bio.brandeis.edu/Lisman_Oct_12.mp4); y un homenaje que le rindió la revista Frontiers in Neuroscience, con contribuciones varios autores
(https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5880948/).